Difícil ha sido históricamente encauzar
los flagrantes delitos impunes del gasto electoral que cada uno de los
candidatos ha ido utilizando para el técnico y efectivo “marketing político”,
hasta el punto de incluso de no saber si hubo alguna vez algún candidato
presidencial en el Ecuador que haya respetado estrictamente dichos límites de
montos máximos para el gasto por su candidatura. Si lo hay, seguramente perdió.
Para realizar el cálculo de cual
es el monto para utilizar en campaña electoral presidencial se debe multiplicar
cero coma quince centavos de dólar por cada ciudadano que conste en el Registro
Electoral, dando entonces un resultado, por candidato de: $ 1’748.421. Esto
para el año 2013, es decir, para las
elecciones presidenciales que se darán el 17 de febrero del 2013. La
Contraloría a través de Carlos Pólit y el Consejo Nacional Electoral han
suscrito un convenio de cooperación para regular el gasto electoral en todos
los candidatos, quienes no podrán exceder del límite y monto máximo estimado de
un cálculo técnico predeterminado. A pesar de todas las medidas que se han
sabido tomar, elección tras elección nunca hay un “escarmiento” suficiente para
evitar que en el siguiente proceso electoral no se sobrepasen los gastos
electorales, infiriendo un nuevo delito electoral que cada vez, se invisibiliza
más por su mal llevada costumbre.
Este proceso que se avecina no es la excepción, la mayoría de candidatos
llevan ya gastos de campaña previos a la debida autorización de realizarlos,
gastos que según el Consejo Nacional Electoral serán imputados en su
financiamiento, reduciéndolo para equilibrar los mismos de acuerdo al Código de la Democracia.
Incluso existe un candidato que ha sobrepasado por más del doble del
límite máximo permitido, escondiéndose detrás de la figura de pre-candidatos,
para justificar su supuesta legalidad en la actual guerra de marketing político politiquero,
por que lo que elegimos hoy en día ya no es una propuesta, una ideología
enmarcada y sustentada en proyectos de viabilidad y sustentabilidad nacional
para el desarrollo, lo que elegimos, gracias a estrategias frías y calculadoras
de marketing político son colores llamativos, son imágenes temporales que se
clavan en el inconsciente de las personas y que no hacen más que maleducar a
los ciudadanos y ciudadanas del país.
A pesar de todo esto, todas las facultades que son arrojadas al seno de
la Función Electoral, abarcan y exigen un gran nivel de responsabilidad y
neutralidad. Pero por sobre todo exige respeto, tanto como el que se debe dar a
una Función aprobada por Consulta Popular, directamente se respeta al votante,
a la mayoría que mediante urnas aprobaron, junto con toda la Constitución de la
República del Ecuador en el 2008, la creación de la Función Electoral. Todas
las acciones que tomen dentro de la Función Electoral de igual forma deben
responder en nombre del respeto y responsabilidad que llevan en sus hombros por
mandato expreso de la voluntad y soberanía del pueblo, así que estarán
encaminados a conducir acciones en beneficio del desarrollo nacional, con los
principios constitucionales que así lo sustenten y sabrán responder con
responsabilidad y teniendo a las ciudadanas y ciudadanos ecuatorianos como
principales fiscalizadores y reguladores de los procesos que se llevan a cabo a
través de esta o cualquier otra Función del Estado.
Entonces; ¿Acaso es el pueblo el que permite que en cada proceso
electoral se siga manteniendo el gasto excesivo y en muchos casos de
procedencias muy debatidas del gasto electoral para candidaturas?
En la actualidad se han entregado en las manos del “poder social”
distintas y varias herramientas de participación ciudadana y control social
sobre las diferentes acciones que toman las autoridades administrativas, sean
de la índole que sean, pero ha resultado una dura tarea el lograr que cada
persona se empodere de dichas herramientas y las tome como suyas para su propio
desarrollo y beneficio. Un reto aun mayo está en el hecho de que estos
ciudadanos logren no sólo utilizarlos para su beneficio individual sino con un
sentimiento de colectividad impregnado en ellos, lo cual cargaría de
representatividad y beneficio inclusivo a la acción que se emprenda.
NOTA: Si en verdad no te indigna que algo así suceda, para ti este problema ya se ha invisibilizado. Una falta de respeto de los candidatos a nuestro criterio de elección, solapado por más y más indiferencia... ¡VIVA EL MARKETING POLITIQUERO!
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