lunes, 3 de septiembre de 2012

Una mañana sin caldero


Paso a paso con segundo de diferencia y me dejé llevar por la rutina más agradable que he de tener en mucho tiempo.
Agachar la cabeza no se ha vuelto más un símbolo de arrepentimiento, es un símbolo de sed de información, de agrandar vínculos sociales, incluso de trabajar, espero que no me llegue a manejar los sentimientos también, que ya bastante me cuesta por mi cuenta.

Sin darme cuenta llegué al portal, saludé un poco más feliz que de costumbre, a la rutina la recibí y manejé yo... manejar la rutina... curioso tema para un diálogo interno profundo; ¿qué tanto podremos, no escapar, sino manejar la rutina?

Es que al final es uno quien fabrica la rutina... quien la moldea, si creas una rutina fue por tu bien.... ¿no?
De moda estaba "atreverse a romper la rutina" atreverse a pisar aquellos vidrios despedazados de una rutina vieja y desquebrajada que; con esa voz de centuria, agoniza más viva que nunca en el suelo, para agradecer la bienvenida de una rutina de mega hule flexible, que te permite manejarla a tu antojo, y viene ya incluida con la generosa dádiva de "sensación de auto control" ¡sin permitirte libertinaje! No... no no... el Derecho de uno termina donde empieza el de otro me enseñaba otra voz, no despedazada, pero recuerdo que era desde el suelo... Estrepitosamente aterrizamos, con rutina mega-hule-flexible, y sin embargo impermeable. Fácil de quemar con solo una mecha exterior, con un simple sabor a polvo guardado, tinta deleble, pero legible, mano firme con el puño entrecerrado, porque cerrarlo va contra mi derecho... mi derecho contra su Derecho... ¿qué desayuné hoy? la falsa sensación de libertad.

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